martes, 19 de abril de 2016

El campo de judias

Así llama Thoreau al capítulo de Walden donde cuenta como cuidaba su huerto en el que había sembrado judías y dice que era un campo a medio cultivar, por lo mucho que a él le gustaban las plantas silvestres. Esta tarde mientras plantaba las mías, poquitas, con una meditación venturosa, recordando aquel episodio, me he sentido feliz del intenso contacto con la tierra. De usar una azada,como la de Henry,supongo, que cantaba alegres melodías suizas.
 Celebrando también poder cuidar y plantar flores, no como Elizabeth von Arnim en  Elizabeth y su jardín alemán: ¡Si pudiera cavar y plantar yo misma!  sufriendo por no poder hacer ella, las tareas reservadas al jardinero.
Yo puedo, y seguramente no desdeñaría la ayuda de un profesional, pero la tarde  se ha convertido en  una meditación gloriosa, quizá no tan zen, pero sí mindfulness, con gran provecho para el cuerpo y la mente. Las judías tardaran un tiempo en brotar, mientras repasaré el párrafo de Walden para disfrutarlo aún más. Las dos cosas, la lectura y el nacimiento de las hermosas hojas.
La foto es anterior a la siembra y el invitado Ulis, a quien presentaré en breve.

domingo, 17 de abril de 2016

Foto irrepetible

Este año la glicina llega tardía y aún tiene pocas flores, pero ha acudido como otras primaveras a su cita anual. Se pone hermosa, inundando todo con sus delicados colores, su delicioso aroma y su belleza intensa que disfruta del Sol. Así eran ellos, guapos y bellos como la glicina, siempre disfrutando del Sol, de la siesta, de las caricias... y duele pensar que ya no. Que ya no están, que Piecito una mañana, había desaparecido, unos meses después, se notaba la falta de Pou y luego, una triste noche de Octubre, recogí a la querida Briseida tendida en la acera, como un peluche bonito, pero sin la vida que la había hecho ser la gata especial que ella fue. Sin embargo, el llanto no nos debe impedir ver las estrellas y en las adversidades es primordial encontrar nuevos estímulos para sentir sino felicidad, paz y serenidad y entonces aparece Antígona, nuestra Goni, que si no puede borrar el recuerdo de los que ya no están, nos consuela con su carácter alegre y jovial. No se podrá hacer la misma foto, pero como tantas cosas en la vida, cuando se busca el lado bueno, se puede componer una imagen de glicina y Goni totalmente satisfactoria. En cualquier momento.