martes, 28 de abril de 2015

Resiliencia

Viene del latín resilio: saltar hacía atrás, volver algo a su estado natural después de un trauma, etc.
Dicen que en Japón, reparar un jarrón u otra pieza cerámica puede ser todo un arte, si se ha roto o ha sufrido algún daño, con una adecuada reparación puede volverse más hermoso. Para ello se pega con un adhesivo fuerte y después se rellenan las grietas creadas con polvo de oro, se llama kintsugi y consiste básicamente en dejarlo tan bonito como era antes, empleando creatividad y darle más valor con oro u otro valioso material. Lo que en un momento se destruyó, adquiere una nueva vida, que no esconde sus imperfecciones, sino que le añaden un nuevo valor, por el hecho de volver a ser lo que fue después de su desgracia.
Me parece un modo de ver las cosas, precioso. Que aplica fielmente esa palabra nuestra: Resiliencia, que teníamos desde hace tanto tiempo y que es tan desconocida porque lo que nos enseñaron fue: Cuando un jarrón valioso se rompe, aunque lo reconstruyas, no vuelve a ser igual.
Claro que no, puede ser mejor. Más valioso. Más bello. Son las cicatrices de que algo sucedió y se superó. 
Cada vez que tienes una dificultad en tu vida, ser resiliente te hace superar la adversidad y salir reforzado, como si añadieses oro, plata, experiencia y sabiduría.

martes, 14 de abril de 2015

De princesas, caballeros y rescates.

Dicen que ya no hacen falta príncipes para rescatar princesas. Que las bellas de los cuentos que esperaban en la alta y solitaria torre, la llegada de su salvador, ya no existen. Que las mujeres de hoy tenemos temple e inteligencia suficiente para vencer cualquier obstáculo. Es cierto. Sin embargo, cuando  te vi llegar con el caballo negro, con la apostura del príncipe azul y la sonrisa de noble, amable y serena, me sentí  una princesa. Rescatada y feliz
Nuestro Pou también fue rescatado un día, de su orfandad. Volvió a tener mamá el día que se acercó a nosotros, aunque no lo sabía y se escondía. No sabía que sólo queríamos acariciarlo y darle mimitos como hacía esa mamá que perdió tan pronto, que queríamos consolarlo porque nos partía el alma ese maullido triste, de bebé solito. Hoy sigue siendo casi tan salvaje como entonces, pero ya sabe que le queremos y no nos muerde, ronronea y disfruta.