martes, 29 de diciembre de 2015

Piecito



Piecito era un pequeño dinosaurio que perdió a sus papás y se arriesgó en múltiples aventuras hasta encontrar el Valle Encantado. Allí estaban sus abuelos y su paz, el final feliz. Lo que todos buscamos.
Un domingo llamé a la bella Briseida y llegó a mis manos este pequeñito de unos dos meses, flaquito y corriente, como mil gatos atigrados. Pero pronto descubrimos que no era tan vulgar, se hizo cargo de Piecito que llegó un mes después, lo consoló cuando lloraba a su mamá, aunque él mismo también era un bebé.Y mientras tanto, se iba transformando en un gatazo grande, con unos ojos como esmeraldas y un pelaje corto y brillante. Con una gran inteligencia y unas ganas de recibir y dar caricias. Se supone que también sintió curiosidad por el mundo exterior y algo le ha impedido seguir siendo nuestro niño grande

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