jueves, 19 de noviembre de 2015

Briseida y la tragedia griega

Si creyese, como los antiguos  griegos, en su grande  y potente mitología, pensaría, que la tranquilidad del momento, de este Noviembre amable y la falta de quitasueños, se deben a aquellas plegarias hechas al Universo. Podría decirse Zeus, Hera o incluso mi favorita Athenea. Ellos atienden las súplicas humanas y muchas veces, deciden ayudar. La cuestión es que nunca lo hacen gratis, piden a cambio algo valioso para el humano, que debe desprenderse de ello. Así me siento en estos momentos.
Pedí ayuda y se me concedió, pero mi bella Briss ya no está. Me recuerda el sacrificio de Ifigenia, la hija de Agamenón, aunque también pudo tener un final feliz solucionado en el último minuto. Era una tragedia así que dudo mucho del buen final. Mi Briseida, amada de los dioses y raptada también prematura y trágicamente, al Olimpo. Sé que desde algún lugar nos mira con amor, como nosotros a 
ella.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Bibliofilia

Me imagino a Isabel de Castilla, en los pocos ratos libres que sus ocupaciones de Estado le dejaban, leyendo con placer su Libro de Horas, que tengo entendido fue un regalo de boda de la ciudad de Zaragoza. Me gustaría poder hojearlo despacio y ver todas esas preciosas miniaturas de las que hablan. Preciosos dibujos bellamente coloreados y preciosas letras medievales con una caligrafía laboriosa y elegante que cuentan la historia sagrada, como decíamos antes. Como nos la enseñaba aquella maestra de pueblo, Dª Leonor, mujer sabia e incomprendida en el siglo XX, que no hubiese desentonado cinco siglos antes y no solo por su nombre. No sé si Isabel leía aquellos salmos o rezaba, pero me gusta pensar que se recreaba en los grabados, los apreciaba en todo su valor estético y disfrutaba  del arte único que fluía de los monasterios.
Y como no tengo ningún amanuense que me dedique sus letras y diseños, yo misma me confeccionaré un bonito Libro de Horas, laico, pero siempre ético y moral.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Florecer en Noviembre

No sería justo desaprovechar esta soleada mañana de Noviembre llorando por las estrellas que ya no hay, cuando luce un Sol radiante y la Gonita está cada día más hermosa, emulando a Briseida en belleza y a Kenchu en encanto. Hay demasiadas tragedias griegas y Antígona es una de las malditas, pero los griegos siguen superando la crisis del siglo XXI, como superaron tantas otras y esa ingrata Europa a quién han dado hasta su nombre, no conseguirá abatir una fortaleza que como el Ave Fénix, renace de sus cenizas.
Hace 4 meses que encontramos a nuestra Antígona y no sabíamos si sería demasiado tarde, si viviría y si sus ojos enfermos recuperarían la luz. Ella hizo lo que pudo, gritar desesperadamente al cielo, al universo o a la Providencia. Como hacemos en los momentos difíciles, pedimos un milagro y casi siempre, aparece la ayuda. Y el dolor, se convierte en esperanza.Y la esperanza finalmente en realidad.
La serenidad inunda la mente, como ese mar plateado, tranquilo y sin olas, que me quise traer este verano, para sacar y volver a contemplar en los días fríos y desapacibles. Hoy no hace falta tanta imaginación, el día es bonito, es un sábado en el que se oye el canto de los pájaros en los árboles de hojas doradas y mi gata más joven ronronea feliz.