No ver, razonar
Y siguiendo con falsas apariencias...
Sus ojos mienten. Ver las cosas con los propios ojos, no es ver la verdad. Hay que ver con los ojos del entendimiento; hay que servirse de las pequeñas células grises. Exclamó Poirot, en una de las novelas de AGATHA CHRISTIE (1890-1976) Inglaterra.
Para mí, la mejor escritora de novela policiaca de todos los tiempos, cuando terminé de leer todas, -unas ochenta, creo- lamentaba que no hubiese escrito más, porque eran una buenísima diversión y sobre todo a la hora de dormir, insuperables. Aunque busqué y encontré otras novelas y autores que también proporcionan buenos momentos, no como las suyas. Tenía ciertas reglas que no transgredió nunca: los hijos nunca mataban a los padres y viceversa, las escenas nunca eran desagradables en exceso, ni violentas. Los asesinatos tenían un móvil claro y el asesino disimulaba muy bien su condición, las cosas eran coherentes, dentro de la anómala situación, no traídos por los pelos, como en otras novelas o series de misterio. Escribía como la gran dama que era.
Sus ojos mienten. Ver las cosas con los propios ojos, no es ver la verdad. Hay que ver con los ojos del entendimiento; hay que servirse de las pequeñas células grises. Exclamó Poirot, en una de las novelas de AGATHA CHRISTIE (1890-1976) Inglaterra.
Para mí, la mejor escritora de novela policiaca de todos los tiempos, cuando terminé de leer todas, -unas ochenta, creo- lamentaba que no hubiese escrito más, porque eran una buenísima diversión y sobre todo a la hora de dormir, insuperables. Aunque busqué y encontré otras novelas y autores que también proporcionan buenos momentos, no como las suyas. Tenía ciertas reglas que no transgredió nunca: los hijos nunca mataban a los padres y viceversa, las escenas nunca eran desagradables en exceso, ni violentas. Los asesinatos tenían un móvil claro y el asesino disimulaba muy bien su condición, las cosas eran coherentes, dentro de la anómala situación, no traídos por los pelos, como en otras novelas o series de misterio. Escribía como la gran dama que era.
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