domingo, 31 de julio de 2011

La biblioteca más antigua

Hacia el 700 a.C. el rey Sargón II de Asiria reunió gran cantidad de tablillas de arcilla con escritura cuneiforme conteniendo la más antigua literatura mesopotámica, pero los tiempos eran conflictivos y dedicó tanto tiempo a mantener las fronteras de su reino que no pudo acabar su proyecto literario. Fue su bisnieto Asurbanipal, hijo de Asarhaddon -buen gobernante que llevó Asiria a su mayor apogeo-, quién recogió el testigo de su antepasado y reunió en su palacio miles de aquellos antiquísimos escritos, parece que catalogadas y supervisadas por él mismo. En una de ellas se lee: ...estudié el saber secreto del arte del escriba... hoy se conservan bastantes en el Museo Británico, descubiertas en el siglo XIX. Gracias al erudito entusiasmo de Asurbanipal hoy podemos conocer el pensamiento y ciertos hechos de hace más de XXVII siglos.

martes, 19 de julio de 2011

Madrid y la Naturaleza

Hace muchos años que me dejé seducir por Madrid, tenía el encanto de lo diferente y tantas luces de neón que parecía que podían iluminar cualquier soledad. Y así hacer desaparecer la tristeza que me provocaban unas cuantas casas y una luces amarillas que podían contarse con los dedos de las manos. Aquello era sólo un espejismo y la soledad también te puede aprisionar en la calle de Preciados o en Sol, rodeado de personas que no te ven y para quienes no existes, más o menos como cuando en invierno ibas a buscar el agua a la hermosa fuente de Muro y no encontrabas a nadie a quién saludar.
Luego comprendes que la soledad o la alegría es cosa tuya, pero Madrid sigue siendo un buen lugar para florecer y hasta para construir felicidad, aunque con el tiempo dejes de ser la persona de asfalto que creías que eras y tus intereses se inclinen más hacía la Naturaleza, los animales y lo agreste, digamos, como Thoreau. Puedes caminar por sus senderos de rio o de montaña y descubrir lo cerca que tienes los bosques o el nacimiento de algunos rios con toda su belleza natural.

lunes, 4 de julio de 2011

A veces no es lo que parece

Una tarde desde la ventana vi con asombro cómo Leo avanzaba, despacio, moviéndose como cualquier otro gato y aquello por muy normal que pareciese, en el caso de Leo, no podía ser. Tiene ya más de 10 años, pero es fuerte, corre y hasta salta con precisión y cierta altura, pero cuando anda sus tres patas lo diferencian mucho de cualquier otro gato. Ahí estaba, alguien muy similar a Leo, que no era él. Creo que esa ha sido la causa por la que no ha tenido apenas problemas para ser admitido. Naturalmente de cerca saben que no es él, creo que por su olor distinto y Kenchusi siente que es un extraño en su territorio e intenta echarlo y tienen peleas amenazadoras, pero poco importantes. Ha pasado más de un mes y aunque viene para comer y nos conoce, no permite que nadie se acerque, huye de las personas, probablemente porque no ha tenido buenas experiencias y ahora no sabe que queremos ayudarle.

Las Modas

Hace cincuenta años el idioma francés era más importante en el mundo que hoy, era la lengua diplomática y en España se enseñaba en el Bachillerato. Con los avances estadounidenses el Inglés le arrebató ese lugar de privilegio y tantos españolitos que aunque no entendíamos a los nativos de La France, sí podíamos leer, Le petit prince, o aquellas revistas tan chulas que llegaban en los años setenta, nos encontramos con que las películas francesas ya no están de moda, -Alaín Delón se hacía mayor-, el papel couché de aquí era tan atractivo como el suyo, sus mejores libros se tradujeron… el Je t'aime... moi non plus se gastó de tanto ponerlo en los toacdiscos y llegó arrasando la música inglesa, la americana, del norte. Hasta la australiana, con aquellos inolvidables Bee Gees, tan dulces ellos y el castillo de naipes francés se desmoronó, fue sustituido por tantas novedades y tecnologías angloparlantes, que muchos que no tuvimos ocasión de aprender inglés en la niñez nos sentimos un poco analfabetos y aunque hemos intentado subsanarlo después, pocos lo han conseguido. Así la literatura inglesa o americana, no traducida, posee una dificultad difícil de superar cuando uno piensa que la vida no le va a alcanzar para conseguir leer a sus autores favoritos y se tiene que contentar con lo poquito que comprende y las más o menos acertadas traducciones directas de una computadora. Sin embargo, doy gracias por esta globalización del siglo XXI, porque la satisfacción y el disfrute de estos libros en esas raras condiciones, no es menor.